martes, abril 16

Danza Unucajas de Azángaro ya es Patrimonio Cultural de la Nación

El Ministerio de Cultura declaró a la danza Unucajas de la provincia de Azángaro, departamento de Puno, Patrimonio Cultural de la Nación por tratarse de una danza de carnaval cuyo valor a nivel identitario está inscrito en la historia de lucha y resistencia cultural del pueblo de Azángaro.

La Resolución Viceministerial Nº 210-2019-VMPCIC-MC, publicada el 15 de noviembre en el diario oficial El Peruano, añade que la representación de la danza está profundamente asociada con la renovación del ciclo vital a nivel social y agrícola, y que su actual diferenciación con relación a otras danzas de carnavales responde a un proceso de fortalecimiento de la identidad local.

La norma destaca la investigación de Virgilio Palacios, quien establece diferencias entre wifalas y la danza unucajas de Azángaro, esta última tiene las características de las wifalas y que la denominación como unucajas responde a la intención de destacar el uso de este membranófono. Asimismo, precisa que unucajas es una variante de la danza wifala.

Instrumentos musicales

La música que acompaña esta danza se realiza con dos instrumentos: pinquillo y unucaja. El pinquillo o pinkillo como instrumento melódico, es un aerófono hecho con un trozo de caña hueca y madura de 45 a 48 centímetros de largo con 5 orificios frontales, así como una boquilla tallada y un tapón o tapadero que recubre el agujero superior del instrumento para dar forma al canal de insuflación.

El instrumento unucaja, también conocido localmente como tinti, caja o tambora, es el instrumento de percusión que distingue y da nombre a la danza en cuestión. El nombre unucaja viene del vocablo quechua unu que significa agua, traduciéndose como caja de agua, lo que responde a la costumbre de humedecer el parche superior con agua para conferirle una sonoridad distintiva. Se trata de un pequeño membranófono hecho con cuero de ovino y cuyo cuerpo está hecho con madera de árbol, triplay o latón.

Los músicos que interpretan los pinquillos y unucajas están integrados a la comparsa de danzantes, por lo que llevan el mismo vestuario y pueden variar en número según el contexto y la modalidad de representación. Así, éstos pueden pasar de una docena de ejecutantes en contextos tradicionales vinculados a carnavales y la celebración de las cosechas, hasta cerca de un centenar de músicos cuando la danza se representa en el marco de concursos de danzas.

Vestuario de danzarines

El vestuario de los integrantes masculinos de la comparsa consiste en un pantalón de bayeta blanca, remangado hasta la altura de las pantorrillas, y sujetado por una faja o chumpi hecha con lana de ovino y que incluye motivos de aves, animales domésticos y plantas silvestres. Sobre el torso se porta una camisa y encima se lleva un saco negro confeccionado con lana de ovino. Sobre éste se ata, atravesada sobre la espalda y el cuerpo, una manta o lliclla y dos hondas o warakas adornadas con borlas de lana blanca. Además de estos elementos, los varones portan banderas blancas y un sombrero blanco de lana, adornado con una cinta blanca o negra dependiendo del estado civil de quien lo lleva.

El vestuario de las mujeres comprende un conjunto de polleras de diferentes colores. La primera pollera se denomina phalina o phistuna, va ceñida al cuerpo y es negra. Sobre ésta va una pollera verde que alcanza hasta las rodillas y encima de ésta una tercera pollera roja, si bien los colores pueden variar. Sobre el torso llevan una blusa de lana de color entero que hace juego con las polleras, y que puede estar bordada.

Al igual que los varones, las mujeres también llevan cruzada sobre el pecho una lliclla o manta, así como dos warakas u hondas con adornos de borlas de lana blanca. Pero a diferencia de los varones, las mujeres no llevan sombrero sino una montera ovalada de bayeta, a cuyos bordes van cosidos unos fragmentos de tela que caen en los laterales del rostro, y que cumplen una función estética y de protección ante el sol.

Coreografía

La coreografía de la danza se compone de diferentes mudanzas que son representadas de acuerdo con los días de celebración de los carnavales. La primera de éstas es el llamado t’ikachasqa, en que los danzantes de unucajas ingresan a los campos de cultivo para hacer el recojo de flores y, especialmente, de la flor representativa de Azángaro conocida como sunila. Esto con el fin de adornar los sombreros y monteras de los danzantes, en especial las monteras de las mujeres, así como las viviendas.

Luego del t’ikachasqa se realiza el chaku apaycuy, acción ritual en que las comparsas de unucajas hacen entrega a las autoridades locales de los frutos de las primeras cosechas así como algunos animales silvestres, lo que representa simbólicamente el agradecimiento a la naturaleza por la abundancia y diversidad que proporciona. A su vez, las autoridades retribuyen estos obsequios a las comparsas con serpentinas, hojas de coca y bebidas. Luego, por la tarde, los animales son liberados a fin de que puedan regresar a su hábitat.

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